Maltratada. I

Una familia disfuncional es aquella en que los miembros juegan papeles rígidos y en la cual la comunicación esta severamente restringida a las declaraciones que se adecuan a estos roles. Los miembros no tienen libertad para expresar todo un espectro de experiencias, deseos, necesidades y sentimientos, sino que deben limitarse a jugar un papel que se adapte a los demás miembros de la familia.
Cuando nadie puede hablar sobre lo que afecta a cada miembro de la familia individualmente y a la familia como grupo – es más, cuando tales temas son prohibidos en forma implícita (se cambia el tema) o explícita (“¡Aquí no se habla de esas cosas!”)- aprendemos a NO CREER EN NUESTRAS PROPIAS PERCEPCIONES O SENTIMIENTOS. Como nuestra familia niega la realidad, nosotros también comenzamos a negarla. Y eso deteriora severamente el DESARROLLO DE NUESTRAS HERRAMIENTAS BÁSICAS PARA VIVIR LA  VIDA y para relacionarnos con la gente y las situaciones. * LAS MUJERES NOS VOLVEMOS INCAPACES DE DISCERNIR CUANDO ALGUIEN O ALGO NO ES BUENO PARA NOSOTRAS. Las situaciones y la gente normalmente que otros normalmente evitarían por peligrosas, incómodas y perjudiciales no nos repelen, porque no tenemos manera de EVALUARLAS en forma realista o AUTOPROTECTORA. No confiamos en nuestros sentimientos, ni los usamos para guiarnos. En cambio, nos vemos arrastradas hacia los mismos peligros, intrigas, dramas y desafíos que otras personas con antecedentes sanos y equilibrados naturalmente evitarían. Y por medio de esa atracción nos dañamos más. Porque gran parte de aquello hacia lo cual nos vemos atraídas es una réplica de lo que vivíamos mientras crecíamos. Volvemos a lastimarnos una y otra vez.
Nadie se convierte en una mujer así, por casualidad. Crecer como miembro femenino de esta sociedad y en una familia así puede generar algunos patrones previsibles.


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